Xiemar Zarazua
Estamos hechos de momentos. Algunos pasan sin dejar huella. Otros —como una boda— lo trastocan todo.Una boda convoca alegrías y rencores, gestos antiguos y silencios que pesan. Aparecen los muertos —para acompañar o para atormentar—, se enaltece el amor, se celebra la vida… pero también se revelan grietas, secretos, ausencias que no se nombran.La Boda construye precisamente eso: una reafirmación del amor, sí, pero también una mirada honesta sobre lo que somos como familia. No se cuenta la historia de una familia, sino la de la familia: nuestras lealtades, nuestras heridas, lo que todos reconocemos, aunque lo neguemos en voz baja.El pasado aquí no es un recuerdo, sino un personaje. Una presencia que respira entre líneas, que se asoma sin pedir permiso, que incomoda, conmueve y desarma.Xiemar Zarazua no nos narra un evento, sino todo lo que este significa: pasados que nunca se fueron, afectos que duelen o confortan, ausencias que gritan o se extrañan. Con una prosa íntima y contenida, construye un mosaico de emociones donde nadie llega del todo limpio, ni del todo en paz.La Boda es espejo y herida.Es esa conversación que nunca tuvimos en casa.No nos ofrece consuelo, pero sí verdades.Y esas —dichas con belleza y entre líneas— nos confrontan. 10