Luis Ortiz Luna
Hay en la poesía de Ortiz Luna un torrente des-bordado de sufrimientos extremos. Quizás nunca antes un poeta sucreño o del Caribe había cantado como lo hace él tan profusamente a ese acto final que todos deberemos escenificar un día. La muerte es el sello definitorio de la vida. Todos los mares, todos los ríos nos llevan a ella. Por ello hay un oráculo que siempre nos la está recordando, que siempre nos está advirtiendo sobre su llegada inape-lable. Incluso el vino con que a veces brindamos y nos alborozamos, nos acerca irremisiblemente a ella. Por eso los pájaros la presagian con sus cantos. Para Ortiz Luna no hay la esperanza que Tagore señala. La esperanza no tiene peso para él. No tiene color ni forma. Ante la realidad de la muerte, la esperanza es un despropósito, una vana ilusión.